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Premio Sagaste de Periodismo

 

Con cierta frecuencia, mis colegas me reprochan la escasez de anécdotas personales que vierto sobre esta página… Pues bien: hoy voy a recurrir a una para abrir tema. ¿Cuál fue mi gran momentazo alpinístico? Sin duda alguna, cuando suplanté a Simón Elías. Sucedió en mayo del año pasado y en la zaragozana villa de Ejea de los Caballeros. ¿La excusa?: a nuestro polifacético director del Equipo Español de Alpinismo le habían concedido uno de los premios de la primera convocatoria del Santiago Sagaste Ayesa de Registros Periodísticos, y el acto de entrega le coincidía con un trabajo como guía en los Picos de Europa… ¡Era la ocasión perfecta para que actuase un usurpador! Compuse mi tono de voz más grave, me estiré cuanto pude para tratar de crecer algunos centímetros y preparé un discurso de agradecimiento en su nombre… No creo que aquel cambiazo colara pues, además de nuestra escasa semejanza en locución o talla, en Ejea conocían sobradamente a Simón por una conferencia previa. ¡Más de un bellezón local debió de dedicarme muecas de desencanto al verme aparecer en plan de falsificador de personalidad! ¡Y eso que no debían de ser conscientes de las importantes diferencias en nuestros currículos montañeros…! En cualquier caso, tras la breve intervención de este doble de Elías, llegaron las fotos para la prensa local, bien escoltado de autoridades, de Eduardo Viñuales, el otro periodista galardonado, y de Ascensión Ayesa, la madre del desaparecido Santiago Sagaste…

Ahora llega el momento de cambiar radicalmente de registro y de ponernos serios. Para quienes no conozcan esta historia, me voy a permitir unas líneas con las que trataré de explicar de qué iba aquel entrañable acto… Santiago Sagaste Ayesa fue uno de los himalayistas más conocidos de Aragón. Natural de Ejea de los Caballeros, la villa que le vio nacer en 1973, en pocos años encadenó una importante sucesión de éxitos deportivos: cinco expediciones a montañas de América y otras cuatro a las del Himalaya; colecciones de vías de escalada en roca o hielo por Pirineos y Alpes; cumbres extraeuropeas como el Condoriri, Illimani, Huayna Potosí, Illinizas, Toqllaraju, Alpamayo, Stok Kamgri o Kang Yaze; asaltos a ochomiles de la talla del Gasherbrum II, Gasherbrum I, Cho Oyu, Shisha Pangma…, y el siempre áspero Dhaulagiri. Todo ello, haciendo gala de un carácter que todos cuantos lo conocieron no dudan en calificar como de los que dejan huella. Pues bien: este ídolo de las Cinco Villas aragonesas, vio su trayectoria abruptamente truncada por un alud el 13 de mayo de 2007, cuando se hallaba en su tienda del Campo II del Dhaulagiri junto a Ricardo Valencia. La conmoción por esta tragedia doble fue considerable tanto en Aragón como en Navarra, pues en ella se perdieron dos de sus himalayistas más carismáticos. Santi y Ricardo reposan hoy en las faldas heladas del Dhaula, bajo sus hielos refulgentes…

En Ejea de los Caballeros, donde Sagaste era un auténtico héroe, el mazazo sería tremendo. Su población quedó consternada, pues todos querían con locura a aquel montañero tan fuera de los moldes establecidos. Así, las iniciativas para que su memoria no se perdiera con el tiempo se sucedieron, desde la edición de un libro sobre su trayectoria…, hasta la construcción de un rocódromo en su honor. No resulta difícil rastrear estas muestras de afecto hacia Santi desde cualquier buscador de Internet. Por mi parte, me centraré en la llamada Edición de Registros Periodísticos Santiago Sagaste Ayesa, que este año va a sacar adelante su segunda convocatoria. Y llegamos a la parte más importante de esta parrafada: el llamamiento a la participación en dicho Premio. Las bases completas se pueden consultar en www.ejea.net. Aun con todo, las resumiré grosso modo: tomar parte en esta edición requiere hacer llegar por correo certificado al Servicio de Deportes del Ayuntamiento ejeano (Avenida Cosculluela nº 1. 50600-Ejea de los Caballeros, Zaragoza), junto con las señas personales y datos de contacto, tres copias de uno o dos artículos publicados en 2008, ya sea en prensa digital o en papel; bien en español o provistos de su correspondiente traducción. ¿El tema?: Montañas y naturaleza. Es decir: trabajos referidos a cumbres de todo el mundo y, a poder ser, con la mira puesta en los aspectos más naturalistas/ecologistas…, aunque tampoco se desdeñarán los meramente deportivos. Es una manera de permanecer fieles al espíritu de Santi, quien se entusiasmaba tanto con los parajes helados más vertiginosos, como con los hayedos más frondosos. Fecha límite: el 24 de abril de 2009. Fallo del concurso: el 15 de mayo de 2009. Hay dos premios en liza con dotación económica, que se deberán recoger en persona durante un acto en Ejea de los Caballeros…, ¡evitando recurrir a los servicios de un doble salvo en casos de fuerza mayor, como ya se ha explicado al principio de este escrito! Quienes estén interesados, pueden informarse mejor a través de otros conductos: deportes@aytoejea.es; 976 677 474.

El presente año, se ha producido una circunstancia que logra que esta Edición de Registros Periodísticos Santiago Sagaste Ayesa tenga un valor añadido: hace apenas unos días, falleció Ascensión Ayesa, madre de Santiago y principal valedora del Premio. En su lugar, ha tomado su relevo el hermano mayor del himalayista, Luis Sagaste, muy apoyado desde el Club de Montaña Exea por amigos como José Ángel Sánchez Caloyo, Bruno Gaspar, José Antonio Calvo Choan, Carlos Espés Kaikos, etcétera. Para sustentar esta iniciativa, la pequeña familia del montañismo zaragozano confía en que haya una elevada participación: es lo menos que merecen Santi y Ascen.

A modo de cierre de este llamamiento dirigido a todos los amantes de la montaña a quienes les gusta poner por escrito sus vivencias, nada mejor que canibalizar cierto texto de otro de los galardonados en la pasada I Edición de Registros Periodísticos Santiago Sagaste Ayesa… Así, vamos a hincarle el diente a Eduardo Viñuales Cobos y a su emotivo discurso de recepción del Premio 2008:

Hay un pensador del siglo XIX, un tipo curioso llamado Henry David Thoreau, que escribió: La naturaleza, que está por encima de estilos y épocas, compone en estos días su poema Otoño. Ninguna obra humana podrá nunca compararse con él.

Hace medio año, yo escribí y fotografié para una revista regional un reportaje sobre el otoño en los bosques de hayas de Aragón. Los hayedos son los bosques mágicos por excelencia de nuestra tierra. Son como seres de otro mundo: con una verde y tupida pantalla de hojas que tan apenas deja pasar los rayos del sol, con troncos y ramas cubiertas de verdes musgos y líquenes, con oquedades que dan casa y refugio a muchas aves como el cárabo…, les gusta la humedad, la caricia de las nieblas y nubes bajas…, y son rincones naturales donde se han sucedido historias mágicas, leyendas protagonizadas por gnomos, brujas y personajes mitológicos. Al menos, eso dicen las historias que, generación tras generación, hemos escuchado de nuestros abuelos. El reportaje que realicé para la revista La magia de viajar por Aragón del mes de noviembre de 2007, distinguido con este primer premio Santiago Sagaste habla de estos lugares…, del bosque del Betato en el valle de Tena, del valle de Bujaruelo, de las hayas del Cañón de Añisclo que viven en las profundidades de un formidable desfiladero fluvial de los Pirineos, de la Selva de Oza…, o de los hayedos que cubren la cara norte de la Sierra del Moncayo. Cuántas vivencias hemos tenido allí: paseando, descansando, comiendo en compañía de amigos y familiares, durmiendo, viendo pájaros, tomando fotos…, en definitiva, libres y felices en este mundo de montañas y naturaleza bien conservada.

La vida nuestra, la de los montañeros, naturalistas y periodistas ambientales, es un vivencia llena de pasión y de sentimiento en el monte: perdemos la razón cuando descubrimos una flor o un simple insecto que hacía años que buscábamos porque habíamos visto su foto en un libro, nos embelesamos cuando los bosques cambian de color o cuando estallan las más feroces tormentas de verano, dormimos a pierna suelta en el suelo de los montes -a veces junto a/o sobre la nieve-, madrugamos tremendamente para escuchar el canto de un urogallo…, o pasamos días y largas horas inmóviles y escondidos acechando en el interior de un hide o escondite de tela de fabricación casera con la ilusión de que el animal que tanto queremos ver y fotografiar se pose delante de nuestra mirada. Luego, siempre satisfechos, nos vamos a casa, preparamos nuestra imágenes, escribimos lo que hemos vivido…, y así lo compartimos con todos ustedes a través de reportajes, en mi caso publicados a través de revistas de viajes, naturaleza y montaña.

Hoy, en este momento tan especial para mí, quiero agradecer también el apoyo que me han prestado en esta ocasión Ana Esteban y Encarna Samitier, periodistas de Heraldo de Aragón que desde la revista La magia de viajar por Aragón me brindan habitualmente la oportunidad de colaborar extensamente en sus páginas. Por cierto, que Encarna me da recuerdos para la familia de Santiago, ya que les recuerda como unas personas excepcionales. También quiero destacar, aquí, el ánimo que siempre me presta mi familia, mis padres y hermanos, y algunos amigos montañeros y montaraces como Alberto Martínez Embid o Marta Iturralde.

En estos días atrás precisamente, he revisado una vez más el libro Santiago Sagaste, un camino de cimas desde Ejea hasta el Dhaulagiri que escribió hace unos meses Alberto Martínez Embid. Es una obra literaria llena de emociones, de vivencias, de instantes irrepetibles y de preciosos momentos en la montaña donde Santiago es el protagonista. Gracias a sus páginas, de nuevo he conocido a este muchacho de Ejea de los Caballeros con el que me siento identificado por que formamos parte de ese grupo de gente que lleva en el corazón lo mejor de la naturaleza, las montañas y lo más salvaje de cordilleras como nuestro querido Pirineo, el Himalaya o los Andes. Santiago estaba enamorado de las nieves, de las cumbres, de las aristas de rocas…, y mira por dónde, parece ser que tenía especial predilección por este árbol amante de la humedad, el haya. Qué rabia que esta pasión se lo llevara en el año 2007, con tan sólo treinta y tres años. Tendríamos tantas cosas que hablar y que compartir… A él quiero dedicar sin duda este premio, este orgullo de galardón que lleva su nombre. A él le dedico mi visión por los hayedos en otoño.

Es muy satisfactorio contribuir a que exista un concurso en memoria de un montañero como él. Y es especialmente emotivo estrenar un premio con el nombre de un montañero que no sólo subía montañas, que supo y pudo llegar muy alto, sino que para mí es muy importante saber que él quiso estar presente y comprometido también para defender la montaña de las amenazas que las desvirtúan y degradan, muchas veces fruto de la codicia humana.

Terminando ya, quiero agradecer una vez más al Ayuntamiento de Ejea y al jurado del premio que hayan pensado que mi reportaje sobre los hayedos de Aragón era merecedor de este galardón. Para terminar, les leeré una frase que leí el otro día y que dice así: Todos vivimos encerrados en las celdas de una prisión. Pero algunos de nosotros somos afortunados. Nuestras celdas tienen ventanas.

Sean felices…, y si es posible, admiren la naturaleza desde su ventana, tal vez allí, al otro lado del cristal, se levanta una montaña donde crezca un haya preciosa que, quién sabe, esté cambiando de color.

A que los miembros del jurado estuvieron atinados, ¿eh?

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Por Alberto Martínez

Alberto Martínez Embid practica el montañismo desde que era un crío. Últimamente llama la atención su faceta divulgadora, que se podría glosar como firmante de veinticinco libros y participante en veinticuatro colectivos, sin olvidarse de sus más de mil setecientos artículos. Casi todos, de temática pirenaica. Aunque se ha hecho acreedor de tres galardones de narrativa, seis de investigación histórica y siete de periodismo, se muestra especialmente orgulloso del Premio Desnivel de Literatura de Montaña de 2005.

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