Covid-19 ha puesto patas arriba nuestras vidas en cuestión de meses, nos ha alejado de nuestros seres queridos para protegerlos pero también de aquello que nos hace felices… subir montañas, explorar mundo, salir “ahí fuera” y descubrir que nos ofrece este maravilloso mundo.
Vivimos un tiempo de profunda incertidumbre; resticciones, prohibiciones, cantidad de eventos masivos cancelados… culturales, deportivos, y lo que es más grave; miles de puestos de trabajo perdidos y otros tantos de fallecidos por el camino que no volverán a estar con nosotros.
Profundizando en la materia, es conveniente que hagamos un auto juicio global como homínidos; se lo hemos puesto muy fácil al virus. Somos ya 9.000 millones de personas en este planeta, nuestro nivel de movilidad se ha disparado en las últimas décadas, nuestro sistema económico calienta y transforma el planeta y nuestra capacidad de invasión de habitats ha llegado a niveles nunca conocidos hasta ahora, todo esto es el caldo de cultivo ideal para la proliferación de un virus que alcance categoría de pandemia.
Y parece que podría seguir así en el futuro ya que, mientras que en el siglo XX tardamos 100 años en sufrir 5 ó 6 pandemias, hemos alcanzado el mismo número (Dengué, Ebola, Gripe, Covid-19, Sars, Aviar…) en lo que llevamos de s. XXI.
Pero covid también nos ha enseñado mucho más; la respuesta y recuperación de la naturaleza, la capacidad de trabajar en remoto, y cuestionarnos si el modelo económico basado en el desarrollismo sin límites nos hará “morir de exito” como especie.
Estoy de acuerdo con casi todo ello pero el virus también nos ha alterado, haciendonos más susceptibles, convirtiéndonos a todos en policías, jueces y médicos. Incluso ahora hay voces de lobbys que recomiendan que a partir de ahora deberíamos limitar para siempre nuestra movilidad.
Con eso discrepo. Los seres humanos debemos nuestro éxito a la capacidad de adaptarnos a todos los ambientes, fruto de nuestra necesidad pero también curiosidad por explorar y descubrir el mundo que nos rodea, y eso es algo que está grabado a fuego en nuestro ADN. No se nos puede privar de nuestra necesidad de viajar, ya que en un mundo globalizado, moverse seguirá siendo tendencia, aunque SI pienso de forma CONTUNDENTE que debemos de cambiar la forma de hacerlo.
Cada persona es libre de visitar lo que desee y tanto como desee, pero es bueno saber:
.-Viajar siempre que nos aporte, no solo placer, alternativa al aburrimiento, compras o curiosidad, sino valor y conocimiento del terreno que pisamos y respeto al lugar visitado, sus tradiciones, costumbres y naturaleza.
.-Equidistribuir con el viaje; visitar alguna vez lugares donde podamos contribuir economicamente al desarrollo local y que no sean tan populares. Los beneficios de los archi visitados parques temáticos y tiendas de los Campos Elíseos, Quinta Avenida o Centros Comerciales de ciudades como Dubai, por citar algunos casos, acaban concentrados en pocas manos y generan diferencia social.
.-Dejar la mínima huella ecológica y el mejor impacto, dinamizando la economía y sociedad local.
.-Si nuestro viaje es aereo y de larga trayectoria, observar si hay programas de neutralización de huella CO2; cada vez más gente está interesada en acciones de conservación del medio ambiente, limpieza de playas, repoblación de especies…
.-Ayuda a la conservación del patrimonio cultural: Con nuestra visita a museos, o nuestras donaciones estamos contribuyendo a mantener el coste de espectáculos locales, sitios arqueológicos, tradiciones antiguas…
.-Donaciones voluntarias: en algunos lugares con recursos económicos escasos, y sin caer en el pedigüeñismo, las donaciones pueden ayudar a la construcción de un hospital, una escuela, o una planta potabilizadora de agua en lugares donde es muy necesario.

En nuestro proyecto deportivo www.wildmarathon.com para hacer carreras en maratón, medio maratón y 10k en lugares fascinantes como Nepal, Tanzania, Mexico, Finlandia o Marruecos, ya estamos colaborando con estas causas. Al fin y al cabo, alguno de estos viajes, a veces, se desarrollan en el tercer mundo o en países en vías de desarrollo. Pensamos que si vamos a traer de estos lugares algunas de las experiencias más bonitas de nuestras vidas, estamos en la “obligación moral” de DEJAR ALGO A CAMBIO.
En la vorágine nuestro día a día hasta ahora, a veces, los árboles no dejaban ver el bosque, por eso, quizá este virus nos ha paralizado y nos ha enseñado algo, nos ha dado claves, pistas. Utilicémoslo como un punto de inflexión para hacer de este mundo un lugar mejor no solo para los humanos, sino para todas las vidas que lo habitan.
Una respuesta a «Que nos ha enseñado Covid?»
De todo lo malo se aprende algo bueno, y por suerte o por desgracia con esta pandemia y todo lo que nos esta tocando vivir. Esperemos que cuando paso todo no se nos olvide lo vivido y sigamos tratando de mejorar el mundo