Anunciado en este blog hace algunas semanas, el Montana ha desembarcado recientemente en el mercado español. A finales de agosto recibí una unidad de pruebas del modelo superior de la gama, el 650t, por gentileza de Natalia Cabrera (Garmin Iberia) y Alba Plana (Órbyce Comunicación), a quienes agradezco la atención a mis frecuentes demandas y consultas.
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Diseño
El Montana es grande… y algo pesado. A pesar de ello es ergonómico; se maneja bien cuando se tienen unas manos tirando a amplias, como las de un servidor. La superficie curvada del respaldo se adapta al interior de la palma, y el peso, aunque apreciable, no resulta excesivo ni es un obstáculo para manejar el dispositivo; más bien al contrario, contribuye a percibir una sensación de seguridad y estabilidad en la prensión del aparato, en especial cuando se toman fotos con él (algo muy parecido a lo que sucede con las cámaras digitales medianas frente a las ultra-compactas).
La terminación es, como suele ser la norma en Garmin, excelente. Parte de la superficie (laterales y zona trasera) presenta un acabado rugoso antideslizante. El ajuste de la tapadera posterior es correcto y las lengüetas de caucho que protegen los diferentes conectores aseguran un cierre estanco.
El Montana tiene un único botón de encendido, situado cerca de una de las esquinas; todo el resto de las funciones se controla a través de comandos táctiles en la pantalla. Y aquí surge el primer problema: en el momento de guardar el receptor durante una excursión en una funda o un bolsillo, en especial si son ajustados, el botón, algo prominente, puede resultar accionado inadvertidamente durante unos segundos, lo cual provoca el apagado imprevisto del aparato (a mí me ocurrió durante una de las pruebas y perdí parte del track). Sería deseable que el Montana, al modo de los nuevos Magellan eXplorist, pidiera una confirmación del apagado a través de un comando en la pantalla táctil. Es una función que, imagino, no costaría demasiado incorporar en una próxima versión del firmware del equipo, y evitaría no pocas sorpresas.
En la parte central de uno de los costados se alinean los 7 contactos dorados del puerto de conexión utilizado por los soportes para coche y moto. Por detrás, próxima a la esquina superior derecha, se encuentra la abertura circular de la cámara auto-foco de 5 MPx (presente únicamente en los modelos 650 y 650t), protegida por un vidrio.
El compartimento trasero aloja una batería recargable de iones de litio de 2.000 mAh (incluida con el equipo, junto con el correspondiente cargador). Como medio de alimentación alternativo es posible utilizar tres pilas convencionales de 1,5 V o acumuladores recargables de 1,2 V. Este aspecto es de gran importancia, ya que garantiza la autonomía del aparato en ausencia de puntos de recarga.
En el fondo de dicho compartimento, bajo las pilas, se encuentra el zócalo para una tarjeta de memoria de tipo micro-SD. Como en otras ocasiones, Garmin no indica la máxima capacidad admisible, aunque suele recomendar que no se superen los 4 GB. Teniendo en cuenta la presencia de una cámara de 5 MPx en los modelos 650 y 650t, es lógico pensar que esa capacidad pueda ser aún mayor (8 ó 16 GB).
La pantalla táctil del Montana, auto-orientable, ocupa la mayor parte de su cara frontal y tiene 5 x 9 cm, con una resolución de 272 x 480 píxeles. A diferencia de las pantallas de sus parientes Dakota y Oregon, la del Montana es de tecnología capacitiva (como en los Nüvi 37xx y 34xx), más reactiva al tacto que las tradicionales de tecnología resistiva, aunque, como veremos, bastante imprecisa en según qué casos. Su visibilidad a pleno sol es francamente buena.
Un elemento interesante que se halla presente en los tres Montana es la conexión para una antena externa, a través de una base coaxial miniatura de tipo MCX (la misma que encontramos en los equipos de las series 60, 62, 76 y 78). Resulta útil en ciertas circunstancias (el interior de un vehículo, bajo árboles tupidos, el fondo de una garganta…). Hay que decir, no obstante, que la habilidad del receptor GPS y la antena interna para capturar las señales de los satélites resultan sobresalientes.
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Especificaciones
El Montana puede almacenar 4.000 waypoints, 200 rutas y 200 tracklogs de hasta 10.000 puntos cada uno. De serie incluye una memoria interna de 3 GB (Montana 600 y 650) o 3,5 GB (650t). Los tres modelos de la gama incorporan un sensor barométrico / altímetro y una brújula electrónica triaxial, capaz de leer rumbos aun estando inclinada. Además pueden compartir información con otros equipos inalámbricos de Garmin a través de un enlace por radio, y son compatibles con la micro-baliza electrónica Chirp (orientada sobre todo al geocaching). De los tres, sólo el 650t incluye un mapa base topográfico preinstalado que cubre toda Europa, a una escala equivalente a 1:100.000 *.
* No existen datos actualizados de la cobertura de dicho mapa. La única referencia presente en la página web de Garmin International sigue siendo la que se encuentra en el apartado dedicado al Oregon 400T, hoy descatalogado.
Un sensor interno (acelerómetro) orienta automáticamente la pantalla del Montana a la vista vertical o la apaisada con un simple movimiento de la mano. Por otro lado —y esto no aparece documentado en el manual de usuario—, teniendo seleccionada la opción “Track arriba” he podido observar que la orientación del mapa, estando detenidos en una posición cualquiera, cambia automáticamente a medida que giramos sobre nosotros mismos. ¡Bravo por Garmin! Esta característica, de una utilidad fuera de toda discusión, es bastante sorprendente y da prueba de una integración total de la brújula electrónica con las funciones del GPS. Hasta ahora, antes de que el mapa se orientase en la dirección en que apuntábamos el GPS era necesario que estuviéramos moviéndonos en esa dirección, a una cierta velocidad. Cuando nos parábamos, el mapa rotaba sin parar en direcciones aleatorias.
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Puesta en marcha y manejo
Después de una primera puesta en marcha que suele durar cierto tiempo hasta que el Montana ha indexado la cartografía instalada **, los siguientes encendidos son bastante rápidos. Bastan 15 segundos para que se complete la secuencia de arranque y aparezca la pantalla principal.
** Tal encendido largo tiene lugar después de cada conexión del Montana al ordenador, y cuando se ha instalado una actualización del firmware o un nuevo mapa.
En ella se muestran varios iconos y una punta de flecha en uno de los bordes. Tocando sobre ella se desliza otra pantalla con el resto de los menús y aplicaciones, representados por los correspondientes iconos.
En las páginas que conforman la interfaz se muestran, en un lateral o en la parte inferior de la pantalla (dependiendo de la orientación horizontal o vertical de la misma), varios símbolos, que pueden variar según la aplicación o el menú que tengamos a la vista:
- Flechas, para desplazar la pantalla arriba y abajo y mostrar los iconos o pestañas que se ocultan en la parte no visible de la misma.
- Un aspa, que actúa como botón para “cancelar” y “cerrar”.
- Un icono formado por tres líneas paralelas, que abre un menú con las opciones específicas de cada página.
- En ciertas páginas (mapa, altímetro, opciones…), una flecha curvada situada en la esquina inferior izquierda sirve para salir de la pantalla actual y “volver atrás”.
Por defecto, la página de inicio sólo muestra en principio cuatro iconos, pero el usuario puede añadir más si así lo desea.
La interfaz del Montana ha evolucionado con respecto a la de los equipos táctiles anteriores de Garmin, pero un usuario familiarizado con ellos no tendrá ninguna dificultad para adaptarse y muy pronto se sentirá cómodo interactuando con las nuevas opciones. Se mantienen los “perfiles” y los iconos que dan acceso a funciones (marcar un waypoint, abrir el administrador de tracks, cambiar a la página del altímetro, la brújula o el procesador de trayecto…). El tránsito entre diferentes menús y pantallas es racional e intuitivo, gracias a este conjunto de símbolos heredados, en buena parte, de los navegadores Nüvi recientes. La interfaz, como siempre, es otro de los puntos fuertes de Garmin.
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Pruebas en montaña
He tenido ocasión de utilizar el aparato en Pirineos, en terreno montañoso abrupto y en un bosque de hayas bastante tupido. También lo he probado en pleno monte soriano, bajo encinas, pinos y sabinas de porte modesto. En uno y otro casos el equipo ha demostrado una habilidad sobrada para capturar y mantener la señal de los satélites GPS.
El tiempo que transcurre desde que el Montana es encendido hasta que computa una posición es increíblemente corto, aunque, como es natural, depende de las condiciones de recepción. Como quiera que en las diferentes excursiones el receptor ha viajado siempre en un bolsillo lateral situado en el costado de una pequeña mochila de ataque, la exposición a la señal directa de los satélites no ha sido la ideal y, tal vez por ello, los registros de los tracks correspondientes a los trayectos de ida y vuelta acusan pequeñas diferencias, aunque, en su conjunto, son bastante coherentes. En general, poco o nada nuevo con respecto a sus primos táctiles de la misma marca, si bien la impresión general —sólo es una impresión— es que el Montana “recibe mejor” que los Dakota y Oregon.
Hubiera sido deseable poder instalar el Montana en el manillar de la bici, junto con el Map 76Csx o el 62st, con el fin de comprobar las posibles diferencias entre ellos durante un trayecto de variado perfil. Lamentablemente esa prueba no ha podido llevarse a cabo, y es que el Montana no es fácil de sujetar si no es con un soporte específicamente diseñado para él.
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La cámara fotográfica
El manejo de la cámara es idéntico en el Montana y su predecesor, el Oregon 550, recientemente analizado en estas páginas. Basta tocar y mantener el dedo sobre el icono correspondiente para fijar el encuadre y la fotometría. A continuación, se separa el dedo (sin mover el aparato) y la fotografía es tomada.
Es necesario acostumbrarse a este modo de funcionamiento, ya que el más leve movimiento produce imágenes movidas.
Junto al archivo digital de la imagen se guardan las coordenadas de posición y la orientación de la foto. De hecho, cada fotografía tomada con el Montana aparece ubicada en el mapa mediante un icono especial. Tocando en él se despliega una etiqueta con el nombre y una miniatura de la misma. Además es posible asociar esa imagen a un determinado waypoint. El GPS puede guiarnos hasta el lugar en el que fue tomada (lo que se conoce como “navegación hacia una foto”).
Las fotografías tomadas con el Montana son correctas, si se tiene en cuenta el tipo de sensor carente de óptica que equipa. Son comparables a las de un teléfono móvil poco sofisticado y, para que puedan servir, es necesario que en el momento de la toma el Montana esté firmemente sujeto, con el fin de evitar sacudidas, ya que el aparato carece de cualquier sistema de estabilización de la imagen.
La medición de la luz funciona aceptablemente, pero en todas las pruebas realizadas el color muestra una marcada tendencia al amarillo, que es necesario corregir con PhotoShop u otra aplicación apropiada. Tal vez se trate de un defecto concreto de la unidad probada…
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Conclusión
A lo largo de algo más de un mes he podido utilizar el Montana en el campo, no así en bici o en coche, ya que no pude disponer de los soportes de montaje correspondientes. Las conclusiones de estas pruebas son, por ello, parciales. En líneas generales el equipo ha funcionado bien.
La duración de la batería de litio incluida parece bastante buena. De hecho, no he necesitado recargarla en el tiempo que he tenido el aparato.
La recepción ha sido perfecta siempre. El registro del track impecable, si bien es posible apreciar ligeras diferencias entre la ida y la vuelta en algunos tramos de las excursiones, probablemente a causa de que el aparato viajaba en un bolsillo lateral de una pequeña mochila, relativamente bajo y, por tanto, sin una exposición óptima a las señales directas de los satélites.
La cámara fotográfica produce unos resultados correctos, a condición de que el aparato se sujete firmemente (algo a lo que ayudan su tamaño y su peso).
La visibilidad de la pantalla, a pleno sol, es considerablemente mejor que la de otros equipos táctiles anteriores de la marca (Dakota y Oregon). Pero a la hora de actuar sobre ella, en particular para escribir en el teclado virtual que se despliega, por ejemplo, cuando se edita un waypoint, resulta de una imprecisión exasperante; en especial cuando hay que tocar un carácter o un símbolo próximo a alguno de los bordes o las esquinas. Algo tan sencillo como confirmar una acción (por ejemplo conectar el Montana al ordenador en modo “almacenamiento masivo” USB), puede obligarnos a tocar repetidamente el botón correspondiente para que responda.
La representación de la cartografía es formidable. Tanto el mapa base (primera imagen siguiente), como los mapas detallados que he utilizado (Topo España 4 —segunda imagen— y TopoHispania 2.03 —tercera imagen—) se muestran con una saturación de color y una nitidez que recuerdan a las de la extraordinaria pantalla de su primo de carretera, el Nüvi 37xx, la cual tiene el doble de resolución. Ello, además, a pesar de la presencia de una lámina protectora sobre la superficie frontal destinada a garantizar la estanqueidad del aparato.
El Montana constituye una interesante apuesta de Garmin por los equipos “todo en uno”, algunos de los cuales he ido analizando en artículos anteriores de este blog. Si el tamaño y el peso no representan un obstáculo, parece una elección bastante buena para quienes quieran utilizar el GPS a pie, en bici, en moto *** o en coche. Un punto muy favorable de este equipo es, además, la visibilidad mejorada de su gran pantalla táctil.
*** El Montana puede ser, de hecho, una buena alternativa al reputado Zümo 660, si bien su pantalla táctil no sea la más adecuada para uso con guantes.
Nota final: el Montana incorpora una toma de auriculares destinada a reproducir sonidos y música en formato MP3; pero esa función no ha sido utilizada durante las pruebas que han conducido a la redacción de este artículo.
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