Me encuentro en El Calafate, uno de los centros de turismo de la Patagonia. Esta noche no podía dormir. No se si por la tremenda cena que me mande, una de esas en las que te propones no abusar, porque ya has comido mucho en los últimos dias y acabas pidiendo aperitivo, segundo y postre… Y escuchaba a varios perros como si estuvieran bajo la ventana del Hostel en donde me alojo. Aqui hay una cantidad extraordinaria de perros, que viven en la calle, pero no tienen apariencia de callejeros. No estan descuidados ni flacos, aunque hay algunos cojos. Campan a sus anchas, hacen sus cuadrillas y comen las sobras de los bifes de los turistas…
Como no podia dormir porque los perros tenian montada una fiesta, pensé en el señor originario de la region, que tiene una tienda cercana. Vende caras talladas en mardera de lenga y nos conto como habia evolucionado la Patagonia en los ultimos años, y sobre todo El Calafate, que ha pasado de tener 3000 habitantes en el 94 a tener 20000 en la actualidad, como los precios han ido subiendo a ritmo incontrolable, mientras la calidad de lo que se construye no sube al mismo ritmo, ni la calidad de los servicios, y cómo falta gente a la que le guste vivir aqui y construir la Patagonia, para abundar los oportunistas que quieren solo sacar dinero de ella e irse cuando el crecimiento se desacelere. Es la misma historia repetida, una historia de la que se sabe la evolucion a medio plazo, porque ya ha pasado en otros lugares, y que es la otra cara de la despoblacon de los lugares de montaña.
Por otro lado nos contócomo él dejo su vida anterior con un trabajo normal para dedicarse a tallar madera de lenga, que es lo que le gusta hacer y lo que le realiza como persona. Trabaja cuando quiere y como quiere. Gana suficiente dinero para vivir aqui acomodadamente. La evolución le ha sido favorable. El, como tantos otros encontraron una vida aqui a costa de este crecimiento desmesurado, pero miran con melancolia tiempos pasados y sienten un resentimiento por los turistas, a quienes necesitan. Sienten una contradiccion permanente que se experimenta cuando uno vive en una zona turistica.
Y como observadora, a quienes mas a gusto veo aqui es a los perros. Ellos viven libres, comen bien, tienen amigos y, seguro, aventuras. Son perros felices. Si me reencarno en animal quisiera ser perro en El Calafate.