El dia 25 aterrizamos Josito Romay y yo en Santiago de Chile. Mientras descendia el avion intentaba alargando el cuello mirar las montañas que solo podia ver cuando el avion giraba durante el descenso.
La nieve hizo que empezara a ponerme en situacion, a creer realmente que la temporada de hielo de este año iba a empezar muy pronto, en esas montañas.
En dos dias estabamos listos para comenzar la aproximacion despues de unas compras de ultima hora y arreglar el modo de desplazamiento hasta Baños Morales.
Pero el primer dia, y tras comenzar el porteo nos dimos cuenta de que nustro telefono satelital no funcionaba. El lugar en donde tenemos el campo base es remoto y las temperaturas muy frias, asi que tanto Josito como yo coincidimos en que teniamos que lleva algun tipo de comunicacion por seguridad. Ese mismo dia volvimos a Santiago llevados por unos amables biologos que casualmente pasaron por la pista que lleva al Cabrerio, el lugar donde comienza la aproximacion al Marmolejo.
Pasamos inmediatamente por la empresa que nos vendio la tarjeta para el telefono y arreglaron el problema. Boris Sazunic, nuestro amigo y ahora parte indispensable de la expedicion motivo a un par de amigos suyos para que acompañados de un par de caballos nos ayudaran a llevar el material cuando los animales no pudieran continuar por la nieve, y asi evitarnos unas penosas horas de porteos.
Al comenzar la aproximacion el dia estaba plomizo. Despues de una hora y media de camino los caballos se hundian hasta la panza y no pudieron continuar en el gran plato de La Engorda. Alli, poco antes, nos habiamos calzado los esquis, y continuamos con la carga, repartida entre los cinco hasta que el dia se puso feo, y nuestros amigos decidieron muy acertadamente darse la vuelta. Alli, a 2800 m. plantamos las tiendas y disfrutamos de las vistas mientras observabamos como las nubes ganaban terreno y empezaba a chispear.
Al dia siguiente amanecio nevando, pero durante unas pocas horas que duro una breve ventana aprovechamos para avanzar algo mas en el valle e hicimos un deposito a dos horas de nuestro primer campamento.
El dia siguiente fue el mas duro de los porteos. Habiamos decidido llegar al campo base a pesar del mal tiempo. Conforme entrabamos mas en el valle mas arreciaba la ventisca y el petate, lleno hasta los topes me hacia perder el equilibrio cuando llegaba una rafaga mas fuerte. Se veia muy poco, y para colmo de males una de las pieles de foca de mis esquis espezo a despegarse. Cuando llevaba una hora de camino termino de despegarse del todo y ya no servia para nada. Me quite los esquies y segui caminando llevando uno en el petate. Josito me ayudo llevando el otro y abriendo huella con los esquis.
La ventisca arreciaba y al llegar al plato donde se encuentra el base no se veia nada. Buscamos un sitio un poco resguardado para montar las tiendas y las instalamos junto a un ventisquero a toda prisa para que no se llenaran de nieve. El viento rugia en el valle, no teniamos claro si estabamos en un buen sitio, pero no nos quedaba mas que esperar a que amainase la tormenta…