Entrevistar a Reinhold Messner es siempre apasionante.
Durante su etapa deportiva promovió conceptos tan innovadores como el Séptimo Grado, el Everest sin oxígeno, Everest en solitario, ó ser el primero en completar los catorce ochomiles…
Pero su aportación no reside tanto en traspasar nuevas fronteras deportivas, sino sobre todo en su capacidad de transmitir. Han pasado muchos años de aquellas actividades y Messner sigue siendo un personaje clave para entender nuestro deporte. Podemos compartir o no sus ideas, pero lo que no podemos negar es que estas se salen de los caminos establecidos, que son siempre originales, distintas, y que invitan a reflexionar.
Durante su reciente estancia en nuestro país tuvimos la oportunidad de compartir con él varias horas de intensa conversación. Muchas de sus respuestas fueron inesperadas y nos llevaron a planteamientos nuevos.
Nos sorprendió, por ejemplo, la nula importancia que da al hecho de ascender o no con oxígeno el Everest, pues considera que lo que realmente facilita la cima es la ruta trazada por los sherpas y la mucha gente que hay en la montaña.
Su mensaje llega al punto de afirmar que lo que está teniendo lugar, tanto en la montaña más alta del mundo, como en otros ochomiles, es turismo no alpinismo. Afirma que las grandes montañas se están convirtiendo en “pistas”. Y que el alpinismo comienza donde termina el turismo. Este necesita infraestructura pues los turistas no pueden moverse por la montaña sin ella. El alpinismo comienza donde no hay infraestructura. Y considera el helicóptero una infraestructura más.
Otra idea interesante que lanza Messner es su negativa de siempre a llevar ninguna bandera nacional a la cima de las montañas.
En un momento en que los debates que salpican nuestro deporte siguen caminos establecidos, la capacidad intelectual de Messner de darnos respuestas distintas y originales constituye una invitación a la reflexión.
Por suerte, hasta el momento, nuestro deporte aún permanece -y esperamos que por mucho tiempo- ajeno a las normas que nos rodean en nuestra sociedad. Cada cual debe vivir como lo desee este encuentro con las cimas y paredes verticales. Los debates que se generan en nuestro deporte muchas veces resultan excesivos. Desde luego que hay límites. Son evidentes: respeto al entorno, transmitir (si decides hacerlo) tu actividad tal y como fue, ayudar a otros alpinistas en apuros, dar un trato justo a quienes trabajan para ti en la montaña… Pero a partir de ahí a montañeros, escaladores y alpinistas nos apasiona la libertad. La libertad de las cimas.
(Publicada en el número 289 revista Desnivel -Julio 2010- )
Darío Rodríguez