La primera competición de escalada que fotografié fue en 1986. Desde entonces he debido de estar en más de un centenar de pruebas de todos los tipos: internacionales, nacionales, másters, de bloque… Ninguna me ha impresionado tanto como el Campeonato de España de Paraescalada que tuvo lugar en abril en Barcelona. Tengo que reconocer que asistí casi por obligación, pero inmediatamente, como creo les ocurrió a muchos de los asistentes, me atrapó. Era impresionante ver a escaladores con “limitaciones” físicas muy importantes –amputaciones, deficiencias visuales, ceguera total…–, progresando por los itinerarios propuestos por los equipadores. Un ciego no solo tiene que palpar la pared hasta encontrar los agarres, sino que no sabe si el terreno que tiene por delante es vertical o desplomado, ni dónde termina el itinerario, ni dónde se encuentra el suelo cuando le descuelgan… Sus sensaciones tienen que ser únicas. ¿Os imagináis escalar sin el sentido de la vista? ¿Sin una mano? ¿Sin un pie? Cuando la mayoría nos refugiamos en excusas para no afrontar retos, compromisos, incomodidades, riesgo, lo desconocido…, ver a estos escaladores supone una rica fuente de inspiración. ¿Qué excusa podemos poner ahora para no enfrentarnos a nuestros desafíos? ¿Existe un desafío mayor que dedicarse a un deporte en teoría físicamente inaccesible? Estos escaladores nos dan una importante lección: en vez de refugiarse en la “limitación” –no me gusta usar aquí esta palabra– producida por su “discapacidad” –ésta aún menos–se lanzan con alegría a descubrir un deporte que físicamente les está vedado, incluso institucionalmente, porque, aunque parezca increíble, en 2013 el seguro de algunas federaciones ¡no admite deportistas “incapacitados” físicamente!
‘Primero somos escaladores’
Dejamos que hable Urko Carmona, campeón del mundo paraescalada, para transmitirnos sus sentimientos y problemas a los que se enfrentan: “Me entristece ver tan poco apoyo a estos deportistas por parte de las instituciones, no valoran el esfuerzo que cuesta estar al máximo nivel. El fanatismo tiene un precio para nosotros: la incomprensión”. “Primero somos escaladores y luego tenemos una discapacidad física, escalamos y entrenamos igual que los demás. Progresión y superación. ¿Cual es la máxima dificultad que se puede llegar a hacer? Esa es mi búsqueda. La vida en la roca no me deja de sorprender…”.