Darío Rodríguez

Hagshu, encuentro sorpresa

MICK Fowler y Paul Ramsden son dos alpinistas británicos extraordinarios. Son también incansables exploradores y aventureros. Casi cada año hacen una expedición al Himalaya; se trata de las merecidas vacaciones que sus trabajos y sus vidas familiares les permiten. Cuando comienzan a escalar suelen decir: “Aquí estamos. Nuestra rimaya del año, cruzada”; es el momento en el que comienza la parte más interesante de sus días de asueto. Mick olvida la tensión de su trabajo en la delegación de Hacienda inglesa y comienza a vivir la aventura que ha preparado al detalle durante meses, a veces años…

Este año el objetivo era el Hagshu, una preciosa montaña con todos los ingredientes para poner en marcha al tándem Ramsden/Fowler: un seismil enclavado en una región (Kishtwar) poco conocida y apenas visitada por los alpinistas, forma de Cervino y cara norte virgen. En 1989 Mick fichó su silueta, en el 93 volvió a prendarse de ella y, en 2013, comenzó con los complejos trámites burocráticos para escalarla.

Ahora imaginad la escena: llegas al campo base de la montaña que te ha vuelto loco durante dos décadas y te encuentras allí con una tienda. ¿Quién está dentro?, pues tres de los mejores alpinistas del panorama internacional, nada menos que el mítico escalador esloveno Marko Prezelj con dos alumnos aventajados: Ales Cesen (sí, su padre es Tomo) y Luka Lindic. ¿Qué quieren hacer?… Efectivamente, tu montaña, tu vertiente…, ¡TU vía!

Mick y Paul piden con educación y mucha diplomacia, ¡incluso por escrito!, a sus colegas que respeten la línea. Pero los eslovenos ya están aclimatados y esa potencial ruta en la cara norte del Hagshu es LA vía: lógica, directa, aparentemente segura y muy estética. Ellos llegaron antes, la vieron y quieren escalarla.

‘Esta es mi mujer, no la toques’
“Me sentí como en una situación extraña”, nos explicó después Marko entre risas. “Algo parecido a: ‘Esta es mi mujer, no la toques’… ‘Venga ya, ¡si no estáis casados todavía!’. Los eslovenos habían acabado allí por un error de la Administración india y oyeron hablar del Hagshu por vez primera quince días antes; los británicos llevaban 25 años con la idea en la cabeza. ¿Qué dice el código ético del himalayista para estos casos?… Con elegancia y resignación, Fowler escribe: “Reconstruir el entusiasmo cuando el corazón se ha puesto en un objetivo específico es difícil pero, mirando las cosas por el lado bueno, la cara norte del Hagshu es un terreno muy fértil para la inspiración”. ¿Qué ocurrió después?… La respuesta en las siguientes páginas.