Sobre el tramo de roca que recorre la vía se construye, imaginariamente, una malla de cálculo en elementos finitos. Cuando miramos la pared desde el suelo con la mano sobre la frente a modo de visera ya no vemos más que un grid. No tiene por qué ser estructurado. Es más, conviene que dicho grid sea irregular, de tal modo que en las secciones fáciles la malla es más grosera, y en las secciones difíciles la densidad de nodos aumenta. Así ahorramos tiempo de cálculo, o dicho en jerga, reducimos el tiempo “sacando pasos”.
Es importante que el proceso de decotación se lleve a cabo en pareja por dos motivos. Uno, para tener apoyo cuando uno de ellos se atreva a proponer al equipador que a ese “pepino de vía” hay que bajarle al menos una letra. El otro, inherente al propio proceso, se explica de la siguiente manera: el primer escalador, en su fase de betificación primigenia, desarrolla un algoritmo útil en primera instancia pero poco eficiente. El segundo escalador, a partir de la información del primer algoritmo sobre la malla inicial, embebe una segunda malla más detallada, de tal manera que los primeros resultados sirven de input para el grid de detalle. Éste no tiene por qué ser único. Se han de embeber un numero de mallas tal que permitan lograr el máximo grado de eficiencia. Es decir, conseguir pasar la/s sección/es difícil/es con el mínimo gasto de ATP. Si bien esto conlleva el riesgo de aumentar el tiempo de computación exponencialmente –esto es, pegues de dos horas y media y asegurador momificado- resulta necesario si se quiere conseguir la decotación irrefutable. El resultado es una micro beta ultra refinada y optimizada.
Desarrollado lo anterior, no sólo vale con depurar el método hasta límites que van más allá de la asimilación por un cerebro humano estándar. Al aplicar el algoritmo final híper fino, son miles de combinaciones las que hay que ser capaz de recordar y reproducir. Es posible que en algunas secciones, tras realizar dos docenas de movimientos, el escalador no se haya desplazado ni un centímetro; puede ser incluso que haya desescalado. Además, hay que conocer cierta terminología técnica. Si el asegurador grita desde abajo “descarga 3,5 Newtons en ese pulgar mientras giras pi radianes la puntera izquierda para colocar el centro de masas sobre tu huevo derecho”, el que escala ha de ser capaz de entenderlo a la perfección. Es necesario también manejar un arte del todo iconoclasta: la culificación. La tendencia actual de encajar rodillas está bien, pero no hay nada más útil que empotrar un buen culo, bien contra una afilada arista, contra una minúscula regleta o incluso contra una chorrera a modo de cono. No es tan estético, pero funciona y es eficiente. Conviene, eso sí, tener cierto callo para que no duela. Restregar el pandero siempre que se pueda contra cualquier superficie rugosa es inequívocamente útil en este sentido. No es necesario, en este caso, que el sujeto esté en el sector. Lo puede realizar en el trabajo o paseando por la calle.
Para terminar se señalan otros aspectos menores pero para nada desdeñables. Su peculiaridad reside en que son factores siempre futuribles. Esto es, no existe el día en que coincidan todos a la vez. Se recomienda, en cualquier caso, realizar una pequeña bajada preventiva en primera instancia. De darse el supuesto caso, la vía debería graduarse siempre según la conjunción de esas condiciones ideales: poca humedad, frío pero soportable, sombra y una posición de la Luna y el Sol con respecto a la Tierra tal que nuestro conocidísimo valor de la gravedad terrestre se vea reducido unas centésimas.
Destilando el arte del downgrading en la beta y aplicando ciertas técnicas ya mencionadas, podremos ya vocear a pie de vía y sin ningún rubor frases como “hay que bajar una letra al sector entero”, “si lo haces así no cuesta”, “yo no soy tan bueno como para hacer octavo y la he hecho con un dedo en el culo al segundo pegue“, “empotrando ahí la cabeza te quedas nuevo” o “lo que queda hasta la cadena es V+”. Podrás convertir casi cualquier octavo en 7b+, el grado estándar, el percentil del 50%. El método está contrastado, revisado tras más de 10.000 horas de práctica y publicado en numerosas revistas de impacto.
Una respuesta a «Disertación sobre cómo decotar: el proceso de Betificación»
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