8 de Mayo. He quedado con Cecilia Buil, para ir a la Norte del Puro. La
invitación para hacer esta escalada viene de lejos, de hace dos años. En
principio estaba hecha para Cintero y para mi. Un mes antes habíamos
escalado los tres la via “Edil” de la Peña del Moro en Mezalocha. Cecilia no
conocia esta antigua escuela zaragozana y tenia curiosidad. Le gustó la via.
Quedamos contentos los tres y pensamos en repetir en Riglos. Pero… fué
pasando el tiempo, nosotros con nuestros asuntos, ella con sus viajes y
compromisos. Hasta que a primeros de mes nos cruzamos dos correos y
quedamos. Cintero no puede. En esta ocasión, lo tenemos en el dique seco,
desde hace siete u ocho meses. Un cirujano le estuvo tocando un par de
vértebras que le estaban dando la lata. Esperamos que lo haya dejado
“niquelao” y dentro de poco vuelva al ataque.
El viernes nos reunimos en el aparcamiento, Cecilia viene con su novio,
nos presenta, se llama Juan, serio y respetuoso en el mejor de los sentidos.
Nos ponemos a la tarea enseguida y nos dirijimos a la base para empezar.
¿Cirila o normal? no sé. Normal, primera tirada y así vas calentando, dice
Cecilia. Me cuidan como a un bebé. Me gusta.
Comienza ella y llega a la primera reunión, pero ni por la “Cirila” ni por la
“Normal”. Es un viejo contencioso que tienen entre ellas, la tirada y Cecilia,
que no se ponen de acuerdo en por donde va. Esto me conduce a mi por una
cornisa, que es la única que no habia recorrido nunca. Es la variante que me
quedaba por hacer.
Continua por la fisura, bonita fisura, pelín extraplomada, voy haciendo
fotos, llegamos a la reunión y toma el relevo Juan, sale de la fisura, supera
la cueva, hace reunión, subimos y pasa a la entosta que es donde
originariamente comenzaba la escalada del espolon, mas fotos.
Entosta que parece se va a caer, pero es lo mismo que pensé hace cincuenta
años, cuando la pisé por primera vez, parece que se va a caer, pero todavía
está ahí. Sigue Juan dos tiradas más por este precioso espolón con presas
“fuera de lo normal” salvo algún paso donde empequeñecen y mis dedos
hacen amagos de protesta.
Seguimos sus pasos disfrutando de esta estupenda escalada, que está
segura en cuanto a reuniones (paraboles) y a pesar del equipamiento;
algún parabolt en recorrido, puentes de roca con cordino y algún
clavo, para según que niveles, sigue estando picantona.
Se pone en cabeza Cecilia y las dos siguientes tiradas las hace en una. Nos
recupera y antes de salir a por la última se pone una prenda de abrigo,
intuyendo que en la cima hará viento, yo me pongo el chaleco que he ido
arrastrando colgado de un mosquetón. Hasta ahora nos ha hecho una
temperatura ideal, ni frío ni calor a la sombra de la Norte. El pronóstico
era lluvia. Je, je… nos hemos librado otra vez.
Cecilia se va hacia la cima con prudencia por que durante un tramo la roca
manda.
Nos reunimos los tres en la cima. Fotos. Sonrisas y risas..