Javier Selva

ANDANZAS DE UN FOTÓGRAFO ANTÁRTICO: ¡QUÉ DESESPERACIÓN!

Qué desesperación. Estamos en un lugar único y maravilloso, viviendo una de las mayores experiencias que cualquier ser humano, no digamos un fotógrafo, pudiera soñar y resulta que me paso el día rodeado de cables, baterías y ordenadores y con una presión, que me impongo yo mismo, que ríete tú del diferencial de la deuda (por cierto, ¿siguen existiendo esas cosas en el mundo normal?).

Resulta que al final los plazos se aceleraron y nosotros acabamos en el plató Antártico unos días antes de lo previsto. El vuelo se adelanto por previsión de tormenta. Eso, que en principio pudiera incluso habernos favorecido, nos ha obligado a trabajar bajo los rigores de nuestra primera tormenta Antártica. Para empezar no está mal: -30º y vientos de 70 km/h. Y como en esta expedición todos tenemos un papel muy definido (o eso parece) cada uno intenta que la tormenta le afecte lo menos posible a su “negociado”.

Mi lucha es con las cámaras, los ordenadores y las placas solares. Lo que tienen las tormentas es que en general durante el tiempo que duran no hay sol, y esto para las placas solares y la carga de las baterías es un problema. Si a esto le unimos unos curiosos –30º tenemos el coctel perfecto para que casi todos nuestros modernos sistemas de grabación y de trasmisión de imágenes dejen de funcionar. Y al principio uno se preocupa y después se enfada por no ser capaz de hacer que durante las tormentas las placas solares funcionen (¿quizás por eso las llaman solares?) y me sale un poco mi vena cascarrabias y casi se me olvida donde estamos.

Después de varias horas dentro de la tienda mirando lucecitas y apretando botones a ver si se produce el milagro de que los satélites y las placas vuelvan a funcionar, salgo al exterior y miro a mi alrededor. El intenso frío y la luz de la tarde me devuelven de sopetón a la evidencia, a la única y maravillosa realidad. El horizonte es infinito y los colores intensos y luminosos. Mi cámara funciona a la perfección y me permite hacer una de las cosas que más me gusta: capturar la belleza de estos momentos con imágenes.

Mis compañeros están contentos y muy animados, forman parte del paisaje, de este inigualable paisaje. De repente recuerdo la historia que viví hace años en alguna remota montaña. Alguien con su teléfono móvil en la mano maldecía en voz alta y de manera desaforada porque la llamada se cortaba o la comunicación no era todo lo buena que él, acostumbrado a las comodidades de la civilización, consideraba apropiada. A mi lado una persona mayor lo miraba con una mezcla de asombro y desdén. No ée muy bien cómo acabé hablando con él pero, la verdad, fue una de esas ocasiones que dan para reflexionar muchas veces, incluida en la Antártida.

En resumen, lo que el sabio señor venía a decir es que lo que de verdad era realmente asombroso es que “alguna” vez lograsen funcionar los móviles en esas circunstancias, y que haríamos mejor en alegrarnos y estar muy orgullosos de los avances del ser humano por ser capaz de lograr cosas que hace tan solo unos años parecían de ciencia ficción, como por ejemplo mandar imágenes y crónicas desde un sitio tan increíble como la Antártida.

Vuelvo a mirar a mi alrededor y ahora ya no me preocupa tanto que nuestras baterías no carguen bien y nuestro satélite no esté operativo. He decidido, siguiendo los consejos de aquel sabio al que me tropecé un día en alguna remota montaña, alegrarme por las pocas fotos que puedo mandar en lugar de enfadarme por lo demás. Y ahora vuelvo a mirar otra vez todo esto con los ojos que más me importan, los de dentro.

11 comentarios en «ANDANZAS DE UN FOTÓGRAFO ANTÁRTICO: ¡QUÉ DESESPERACIÓN!»

  1. Buena decisión… Se agradecen las imágenes y los relatos que van llegando, pero si “no puede ser” pues “no puede ser”. Ya nos contaréis la experiencia completa en el regreso…

  2. Querido Javi: Me encanta enterarme por tu última crónica de que la Antártida es muy bonita, de que los aparatos electrónicos dan problemas a -30ºC y de que las placas solares no cargan si el sol se oculta. Pero ahora que, como dices al final de tu crónica, empiezas a mirar el paisaje con los ojos de dentro, ¿nos contarás algo que no sepamos?
    Por ejemplo: ¿como ilumina tu espíritu la luz de la Antártida?, ¿como lo transforma?, ¿como se reflejan en el paisaje que ahora contemplas tus sueños y querencias? ¿Es mucho pedir que nos cuentes a tus amigos tu viaje interior? Me gusta imaginarte como a los caballeros de Friedrich, contemplando abrumados una Naturaleza espiritualizada que su propio espíritu transforma, o como a los pintores de la Hudson School, que tanto admiras, abrumados por una Naturaleza sublime, exuberante y desconocida, que reflejan en sus cuadros transformada por las vivencias de su propio espíritu. Espero que cuando de verdad aterrices en la Antártida, cuando entres en comunión con ella, tus crónicas reflejarán algo de eso. Se lo que pido y a quien se lo pido: solo a quien es rico se le puede pedir que nos ayude a enriquecernos….solo a quien es fuerte se le puede pedir que nos eleve un poco con su fuerza….otra cosa es que te apetezca hacerlo: ¡espero que si!.

  3. Menudo estrés… cuando vaya al gimnasio me acordaré de vosotros mientras corro en la cinta y pensaré que me dejo llevar por el cometa, mientras elimino los hectólitros de cerveza ingeridos en los últimos meses.

    Últimos análisis: tengo el colesterol y un indicador del hígado altos. Consecuencia: régimen. Medidas a tomar: cambiar de médico.

    Saludos espectrales y antárticos.
    Santi

  4. Disfruta y vívelo intensamente. Porqué así es como esperamos que nos lo transmitas a tu regreso, el resto el problemas tecnólogicos son problemas menores.
    Un fuerte abrazo y nuestros mejores deseos en esa extraordinaria aventura.
    Paco y equipo de MontPhoto.

  5. Solo puedo decir lo que escribió Amundsen hablando de los exploradores y sus expediciones a los polos y no puedo estar más de acuerdo con él:
    “La gente de hoy en día, informada de cualquier noticia aunque suceda en la parte más alejada del planeta, y con todos nuestros modernos sistemas de comunicación a su alcance, no llega a comprender la intrépida valentía que escondían los viajes de estos hombres”.

  6. Bueno Javier, tanto comprar tecnología para enseñar a los amigos lo último del mercado y te pasa como a casi todos, que es un coñazo utilizarla. Lo mas duro de esa expedición, va a ser manejar todos los artilugios. Si te cansas de luchar con ellos, ya sabes, los pierdes y a disfrutar, que el frío y todo lo demás es poca cosa para ti.

  7. Como no sople el viento, os va a costar trabajo tirar de todo eso. Y si sopla, ¿estáis seguros de que la cometa no va a salir disparada y se os quede cara de…?
    Joder, que animoso estoy

  8. Javier, por los hilos de mis caminos me encuentro contigo y vuestra expedición.
    No voy a decir que todo mi cuerpo os envidie porque algo friolerilla soy, pero sí mis ojos cuando sólo están entreabiertos o cuando están cerrados y sobretodo mis oídos.
    Tengo una petición que hacerte, o un deseo como más te guste.
    Fotografía las nubes y las estrellas, por favor y los matices del blanco del suelo por donde voláis. Y las pocas sombras que se os aparezcan. Eso y la música que seguro que suena durante el viaje.
    Si, más de un deseo, pero soy ambiciosa y quizás lo enseñes algún día.
    Creo que sois muy privilegiados y que el viento que os agarra de las manos, será la fuerza que tire de la vuestra. Con eso llegareis, seguro, al fin del mundo blanco.

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