17 de diciembre.
Cuando leas esta crónica tal vez nos encontremos en una cueva que habremos cavado bajo el trineo para guarecernos de una tormenta que no cesa. En este momento los cuatro estamos dentro de la tienda, vestidos con la ropa de exterior (incluso con botas),
escuchando el intenso ulular de un viento que no baja de los 100 km. desde hace horas y que ha llegado a picos de 150 km.
Tememos que la tienda no aguante tal intensidad y constancia. Si se rompe o cae nuestro único plan es salir a todo velocidad, coger el machete que llevamos junto al mando de las cometas y romper las cuerdas que atan la estiba del trineo locomotora (desde el que se gobierna), tirar los bultos, hacer con el trineo un parapeto, cavar en la nieve, y meternos allí hasta que el tiempo mejore.
Recapitulemos. Veamos que ha pasado en las últimas 24 h. hasta quedar atrapados en la tormenta perfecta.
Ayer, no sabría decir a qué hora pues aquí entre la intensidad del trabajo y la luz solar permanente se pierde la noción del tiempo. Menos mal que Ramón tiene un reloj interior que une a cualquier suceso. Pues bien, como decía, ayer, después de haber quedados parados por la falta de viento, volvimos a aprovechar una ligera brisa para salir. Nos pusimos al mando Ramón y yo. Lo hicimos por tiro lateral, es decir, poniendo la cometa en un lado del trineo para aprovechar el viento sin perder el rumbo que necesitamos. Hay que tener en cuenta que como no tenemos timón la única manera con la que podemos coger un rumbo es situando la cometa en un lugar u otro y moviendo la carga.
Nos costó arrancar, con la cometa de 30 m2 no avanzábamos y con la de 50 m2 era demasiado. Pero poco a poco conseguimos una marcha a trompicones pero lo suficiente como para recorrer unos 20 km. No demasiado, pero menos es nada. Hicimos el cambio de turno, entramos en la tienda y caímos rendidos. Cuando me despertaron me sorprendió ver a los tripulantes en el interior. Noté el trineo parado y escuché un viento ensordecedor que no me explicaba cómo no me había despertado antes. Me pusieron al corriente.
A Ignacio y Juan Pablo les pareció raro mientras gobernaban el trineo que la temperatura fuera cada vez suave. En unas horas pasó de -35ºC a -16ºC. Aunque no lo quisieron pensar sabían que era el preámbulo de una tormenta. ¡Otra! Y así fue. Sin previo aviso el sol desapareció. Casi se hizo de noche por la intensidad de las nubes que cubrían todo el cielo. El viento roló de una suave brisa a huracanado. El trineo se convirtió en ingobernable y apenas se podía ver lo que había unos metros más allá. Pararon. Decidieron construir a barlovento un muro con las cajas de carga para proteger la tienda. Me despertaron y también yo me vestí. Salimos. Permanecer en el exterior era casi imposible, la temperatura estaba sobre los -20ºC y unida al fortísimo viento la sensación térmica se hace casi insoportable. El viento con nieve se mete por cualquier resquicio de nuestros trajes y al menor descuido nos tira. Apenas podemos abrir los ojos y nos sentimos torpes para construir la muralla. Pero lo conseguimos.
De nuevo en el interior valoramos la situación. Tememos por la tienda. Hasta ahora ha aguantado bien pero todo tiene un límite. Tenemos otra tienda más baja que aguantaría mejor pero con estas condiciones meteorológicas es imposible montarla. La única solución es mantenernos vestidos de exterior en la tienda. Tener todo lo que necesitamos localizado: machete, palas, y sobre todo los dos teléfonos Iridium con el sistema de emergencia activado (pulsando un botón envía un mensaje de emergencia con nuestras coordenadas a la base rusa de Novo y a otra norteamericana). Sería una petición de rescate. Pero, ¿quién nos va a rescatar?; ¿cuándo?; ¿cómo?; ¿desde dónde? Estamos en la Antártida, dependemos de nosotros mismos.
Ánimo, vosotros podeís! Y si no se habla con el embajador de los polos.
VAMOOOOS!!!
vamos Javi!!nada que no se soporte con la promesa de un buen chuletón a la vuelta!!!ya ha llegado a casa la tarjeta de felicitación más esperada!!! muchas gracias como cada año!!!!
Suerte en vuestra travesia polar que los vientos os sean favorables. Un saludo desde Granada.