Parece que nadie repara en ello, concentrados como estamos en “apretarnos” el primer trozo de carne en condiciones después de cuarenta días, pero a través de la ventana del restaurante del hotel la luz de la tarde se va disolviendo lentamente y, después de todos estos días, la oscuridad de la noche envuelve la calle.
La conversación se va animando. Contra todo pronóstico hablamos de vino y comida. Dice un amigo mío, francés, viajero y bon vivant (perfecta combinación) que los españoles somos la única cultura del mundo que habla de comida mientras come. El caso es que pasamos un rato largo discutiendo de vino y de las denominaciones de origen chilenas. Me parece que esto de la travesía de la Antártida nos ha afectado alguna neurona. Pero no, al poco rato ya estamos discutiendo con pasión de nuestra aventura, de los resultados, de nuevos proyectos. Justo coincidiendo con la segunda botella de este espléndido vino chileno. Y esto ocurre por la noche, con un fondo de oscuridad que asoma por las ventanas, esa oscuridad que la Antártida no tiene en verano. Hace unas horas la luz lo inundaba todo, todos los momentos del día llenos de luz. Uno acaba por perder las referencias. Kilómetros y kilómetros recorridos con una disciplina férrea de horarios fuera de la normalidad cotidiana. Cena y desayuno que se confunden en una sola comida que puede ser a la hora del aperitivo. Y depende que turno tengas te sabrá más a desayuno o se parecerá a una cena. Y siempre con luz, y siempre con la inmensidad helada y el frío acechando fuera. Casi cuarenta días llenos de luz, sin noches, en una experiencia única. Atravesando grandes soledades pero siempre acompañado, y tan juntos. La máxima distancia que nos ha separado son los trescientos metros de la línea de nuestra cometa, y esto ya nos parecía mucho. Horas y horas en compañía de mis amigos de aventura, tantas que es probable que sumen más, y más cerca, que las que pasa cualquiera con su pareja en años. Pero todo se acaba, la inmensa Antártida también, es una buena lección de vida, una buena lección para las crisis.
Y la inmensidad y la luz eterna dan paso a la evanescente luz de la tarde chilena cuando bajamos del avión en Punta Arenas. Esto ya es otra cosa, más real, menos sorprendente. La carta del restaurante me aturde un poco ¿todo esto existe para comer? Debe ser que sí porque lo pido y al poco lo tengo sobre la mesa. Y no está liofilizado ni viene en sobre, y todo sin tener que encender el infiernillo ni fundir nieve. En la segunda botella ya estamos haciendo planes de futuro que comparados con la travesía de este año dejan a esta en un juego de niños. Vamos… lo normal.
Yo me abstraigo un momento de la conversación y reparo en la oscuridad de la noche que reina al otro lado de la ventana. Ya ha comenzado la vuelta, el retorno a los días con sus noches, a los claroscuros de la vida menos heroica y más real. Miro a mis compañeros, mis amigos de travesía, y veo que aún siguen desprendiendo la luz de la Antártida. En esa mesa, con esas personas y esos planes de futuro no existe la noche. Yo sé que se pasará, lo he vivido muchas veces, pero esa noche todo es luminoso y la sonrisa de mis amigos es como un pedazo pequeño de la Antártida. Gracias a todos ellos por esta inolvidable travesía.
enhorabuena Javi, Ramon y compañía, os hemos seguido de cerca…. esperamos las próximas… y las fotos también! abrazos
De momento, no lo recuerdas… las chistorras, los huevos fritos, las carnes, las paellas, los vinos, las reposterías. ¡Y no están liofilizados!. Y las estrellas iluminando la campa. Por eso sois grandes. Por vivir durante 40 días con sus 40 no-noches con comida liofilizada y, encima, por querer diseñar planes de futuro más complejos…
¡Que tengáis feliz retorno!
Bienvenidos a la selva. Hasta pronto
Que bien que bien, veros guapos y estupendos alrededor de una mesa!. Ya respiramos tranquilos.. (me encanta tener unos amigos tan valientes, pero ya me estaba entrando un poco de frío). Yo propongo otro destino para el trineo, ¿podíais llevarnos por turnos por las laderas de Pirineos o similar? (lo digo totalmente en serio!!!).
Bienvenidos de vuelta a la tierra con noches. Bien se vé que tú, Javi, lo aprecias en lo que vale y las echabas de menos.