Lara Magdaleno Huertas

De nada

Me encontraba ascendiendo una montaña compleja, en una situación comprometida y mientras reposaba unos momentos en un intento de recuperar el ánimo y el resuello percibí a mi lado una presencia que inmediatamente, dado lo difícil de mi situación, identifiqué como el tercer hombre.

-¿Quién es usted? – le pregunté, por si acaso era el Yeti disfrazado de aparición pre mortem.

-Servicio de atención al cliente de la montaña, señora.

-¿Eres un azafato?

-Sobrecargo, para ser exactos, pero no de catering, sino de monólogo interior.

-Ah- respondí incapaz de procesar aquel absurdo.

-Ánimo, está usted sometida a mucha tensión, ¿verdad?- preguntó animoso-Ustedes, los alpinistas, son como los ancianos, sometidos a la presión de deteriorarse (y morir, claro).

-¿Presión por no deteriorarse?- pregunté atónita- en todo caso será por ascender.

-No, vea, ustedes están sometidos a tres tipos de presiones diferentes: la presión por la cima, a no morir en el intento (o sí, si uno desea convertirse en leyenda) y la presión atmosférica.

-Esa última no cuenta- protesté enfurruñada.

-Sí cuenta, sí, no crea. Las variaciones de presión en altura implican cambios a nivel orgánico.

-Lo que tú digas- respondí burlona.

-No se mofe, yo llevo aquí más de 30 años, digo yo que algo más que usted sabré, aunque solo sea porque he visto morir a muchos alpinistas.

-¡Qué presión!- respondo

-¿Ve? Ahí tiene la cuarta, se lo ha dicho usted sola- argumentó antes de quedar en silencio.

Observo a ese avatar de tercer hombre sabelotodo que además es fruto de mi mente. Curiosa la psique humana, llevada al límite puede crear una especie de IA (Inteligencia Alpina) con la que charlar.

-¿También plagias tesis doctorales?- pregunté maliciosa.

-No me ofendo- dijo sonriente, así que puede dejar usted ese sarcasmo, no malgaste el poco oxígeno que le queda.

-¡Qué majo!

-Y usted que inconsciente, aquí perdiendo el tiempo en una charla intrascendente cuando podría preguntar por los misterios de la montaña. Antes el alpinismo era un lujo, pero se pierden las formas- sentencia melancólico.

-Hoy también, costamos mucho dinero.

-No se crea, alpinismo low cost, apadrina un alpinista…mucho marketing es lo que hay.

-Yo quiero ser una clásica- respondo con esperanza renovada.

-Le falta poco, igual no sale viva de esta.

-¿Eso ha sido sarcasmo? Pues sí que aprende rápido la IA…

-No es sarcasmo. Se mueven ustedes, los humanos, entre la plenitud y la muerte.

-Deja la muerte ya, ¿no?

-Vale. ¿De qué quiere usted hablar?

-Durante un rato, de nada- respondo categórica.

-Vale

-Gracias

-De nada

-Dije “de nada” como concepto. Que no hables. De nada.

-Vale.

Al cabo de un rato indefinido decido ponerme a andar de nuevo y la presencia del avatar se difumina.

-Oiga, ¿qué hace?- me pregunta.

-Me voy, me provocas mucha presión para ser fruto de mi mente. Necesitas algunos retoques.

-¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?

-Un filtro. Hablar menos. Obviar la muerte.

-De acuerdo.

-Gracias.

-De nada.

-Que te calles…



10 comentarios en «De nada»

Deja un comentario