Hola de nuevo, perdonadme por el tiempo que he dejado pasar desde que escribí la última entrada en este blog pero la verdad es que tengo unos amigos que no me dejan parar.
En estas últimas semanas, aprovechando que es una época de menos trabajo para los guías, he aprovechado para escalar unas cuantas clásicas que tenía pendientes.
1.- Hay días que todo fluye; esta frase describe perfectamente la primera etapa de estas escaladas. Junto a mi amigo Oscar M. escalé la Rabadá – Navarro del Mallo Firé. No es una vía técnicamente difícil, pero supone un buen examen de madurez alpinística por la dificultad para proteger algunos pasos y para encontrar el sinuoso recorrido que trazaron sus aperturistas. A pesar de ello, todo fluyó y, suavemente, con las palabras justas, los gestos apropiados y toda la confianza en el que está al otro lado de la cuerda, llegamos a la cima y regresamos al pueblo con un baño de humildad viendo lo que otros eran capaces de crear con muchos menos recursos técnicos de los que ahora disponemos.
2.- Esto si que es fé; hace unas semanas os hablé de la fé necesaria para escalar algunas vías de la Pedriza, pero aquello no es nada comparado con lo que me enseño Luis B. hace unos días. Luis es uno de los escaladores discapacitados (98% de perdida de visión) con los que escalamos el Naranjo hace un par de años. Ahora, después de acabar su carrera deportiva como atleta, ha decidido seguir escalando y junto a otro amigo, me dejaron guiarles por la Pedriza para escalar algunas vías en la Tortuga, Teníais que ver las caras de sorpresa que pusieron un grupo de escaladores cuando nos vieron llegar a pié de vía y se dieron cuenta de que Luis es ciego. No sabían si creérselo o pensar que era una broma. Lo mejor vino cuando Luis empezó a asegurarme como si llevase toda la vida manejando la cuerda y los mosquetones y, después, escaló las vías con la misma fluidez que cualquier persona que se esté iniciando en la escalada. La segunda lección de humildad en pocos días.
3.- A por otra clásica; el mismo escenario; La Pedriza, los mismos protagonistas; Oscar M. y yo. Nos encaminamos al Yelmo donde nos estaba esperando Guzmán junto a otros amigos. Escalamos la Yan-san-po para calentar. Regresamos a la base y decidimos escalar la Galvez, una clásica de 6c con los seguros alejados. Con un poco de decisión conseguimos romper el mito, no era tan fiero el león como nos lo habían pintado, es verdad que las chapas alejan pero el paso de 6c está justo a la entrada, bien protegido con 1 parabolt a la altura del pecho y otros dos encima de la cabeza para proteger los siguientes pasos. Desde allí, es cierto que se hace una travesía de unos 12 m con dos chapas muy alejadas, pero es una zona de Vº grado en la que no es fácil caerse. Por último, se superan un par de pasos 6b y 6a con las chapas a la altura de los pies y sin más problemas se alcanza la reunión. El siguiente largo es un 6a de adherencia con las chapas igual o menos alejadas que en otras vías del Yelmo. Finalmente, bajamos hasta el pueblo de Manzanares y disfrutamos de una buena comida que también es parte de un día de escalada.

4.- Vuelta al trabajo; Después de tanta fiesta, toca trabajar un poquito aunque, cuando escalo con Carmen y Carlos, a veces me cuesta distinguir entre trabajo y ocio. Pasamos tres días intensos en Levante, escalamos en La Pancha, una plaza de caliza grisacea situada sobre el pueblo de Redován. Carmen dió muestras de los efectos de sus entrenamientos y su voluntad escalando la José Hernández (6b)

mientras Carlos nos esperaba en la base. Al día siguiente nos relajamos escalando la clásica del Estrecho de Mascarat; LLobet-Bortomeu (V+). Para terminar, Carlos me puso a prueba en la Gómez-Cano del Peñón de Ifach (6a+/A1). Creo que pasé el examen porque los dos llegamos hasta la cima divirtiéndonos en cada uno de los largos de esta espectacular vía y, junto a Carmen, disfrutamos del atardecer en el Peñón y regresamos a Calpe para celebrarlo con una buena cena en el puerto.

5.- Peñón de Ifach, segundo asalto; como os decía estos amigos no me dejan descansar. Oscar y Jorge llegaron a Calpe con “las pilas cargadas” y me uní a ellos para escalar la Costa Blanca (6c+). A pié de vía nos encontramos siete personas, no empezó bien el asunto… Como no había prisa, decidimos esperar y vimos que algunos tiraban hacia la vía de los Valencianos y, por fin, solo nos quedó una cordada delante. Después de tomarnos los primeros largos con bastante tranquilidad, cuando acabamos el tercero, la otra cordada amablemente dejó que los adelantásemos y disfrutamos de los tres últimos largos solo para nosotros. La vía no tiene desperdicio, prácticamente todos los largos son de calidad, la roca es bastante buena y el ambiente espectacular.

6.- Para acabar este viaje, queríamos asegurarnos de tener buen tiempo para poder escalar. Inicialmente pensamos que seguro que podríamos seguir escalando en Alicante pero, en cuanto miramos la previsión vimos que la cosa “no pintaba nada bien”. Como nos fiamos plenamente de la previsión de la web: www.meteoblue.com, decidimos bajar a Murcia para escalar en la pared de Leyva. Hace tiempo que tenía ganas de intentar la vía Eiger (6c) y no iba a encontrar mejores compañeros para hacerlo. Junto a Oscar y Jorge, me dirigí a ese rincón de Sierra Espuña. El día comenzó con algunas gotas de lluvia pero, confiamos en meteoblue y seguimos hasta pie de vía. Comenzamos la vía con algunas dudas sobre cuando empezaría a llover pero, poco a poco, fuimos ganando altura hasta llegar al famoso diedro del cuarto largo. Toda la vía es espectacular pero este largo es realmente único, comienza por una fisura ancha, después unos pasos de placa y se llega al diedro en el que, mediante empotramientos de dedos y puños, saboreamos cada uno de sus metros hasta llegar a la cuarta reunión.

Sin mayores problemas terminamos la vía y regresamos a casa para ir preparando los trastos de nuevo ya que el martes salimos para las montañas del Hoggar en Argelia. Prometo ser puntual a mi cita con este blog y contaros lo que allí escalemos.
Hasta pronto.
2 respuestas a «HAY DÍAS QUE TODO FLUYE…»
Hombre Raúl ha llegado el día en que has ido con Luis y te ha asegurado, la bomba para los dos, es un acto de confianza en él asegurando y luego uno de superación escalando. Me hubiera gustado estar ese día allí.
Cuando digo un acto de confianza no es porque piense que Luis no es capaz seguramente lo hace mejor que muchos, peor la gracia es que Raúl le ha dado por primera vez la oportunidad de hacerlo.