Después de un montón de meses de trabajo en los cursos de guías de alta montaña, por fin el pasado viernes volví a casa, al Circo de Gredos. Me tomé un día de relax para visitar a algunos amigos y dar un paseo por el pueblo y, el sábado, huyendo de la multitud de gente que acudía al concierto de Sabina, subí a escalar un poco.
A las 7 de la mañana comencé a a caminar desde la carretera de la Plataforma en dirección a los Galayos acompañado por mi perra Pirene. A las 9 en punto llegué al refugio Victory donde me esperaba Diego para repetir algunas de las clásicas del Galayar. Nos fuimos directos a la Punta María Luisa donde escalamos el espectacular diedro de la vía “Vas que chutas”. De allí nos fuimos a la Norte del Torreón. El primer largo lo hizo Diego y con algunos problemillas llegó a la reunión desde la que me aseguró mientras otros rapelaban. Salgo de la R1, subo unos metros y supero el primer pasito, sigo subiendo, chapo un clavo, meto un allien, encuentro el garbanzo bueno y subo más el pie derecho. El siguiente clavo está lejos, a mi izquierda y los agarres a la derecha, miro al clavo, al allien y a Diego, sigo subiendo, pongo las manos en el borde de la repisa que hay sobre mi cabeza, ufff!!!, está un poco romo. Me estiro y consigo chapar el clavo, un paso más y ya estoy en la terraza a pocos metros de la cumbre del Torreón. Veo los clavos a la izquierda, me voy caminando hacia ellos, alcanzo el primero, lo toco y se mueve mucho más de lo que a mi me gustaría, meto un allien al lado y un microfisurero un metro por encima, el siguiente clavo oxidado y retorcido está un metro después. Con bastante esfuerzo consigo subir unos centímetros, miro al fisurero, al clavo, a la gran terraza que espera la llegada de mis talones y saltan las alarmas, un par de AO y ya estoy en la cima asegurando a Diego.
Después del rapel, volvemos al refugio y emprendo el camino hacia el Circo de Gredos. Junto a Pirene, entre piornos, cervunales y riscos de granito coronados por cabras monteses que nos observan impasiblemente, voy pasando por la ruinas del refugio de Los Pelados y el del Rey, llego al Morezón y echo el primer vistazo a uno de los circos glaciares más imponentes de la Península. Mantiene la misma sobriedad de siempre, sin excesos de ningún tipo, ni la fauna ni la vegetación son exuberantes pero si lo suficientemente imponentes como para sorprender a cualquier visitante. Desciendo a la Laguna Grande y llego al refugio donde me esperan un montón de amigos. Se echa de menos uno de los abrazo más grandes, el de Isra. Él ha dejado de trabajar en el refugio y en su lugar está Víctor.
El domingo me levanto tarde y paso la mitad del día releyendo la guía de Gredos de Jerónimo López y M.A. Adrados. Cuanto más la reviso, más me impresiona el trabajo que hicieron estos autores. Por la tarde salgo a escalar con Victor y como no teníamos muy claro nuestro objetivo, decidimos acercarnos a una pared de unos 100 m situada a la izquierda del sector Equalizer. En ella hay un diedro bastante llamativo y vamos a intentar subir por él. Comenzamos a escalar por un pequeño desplome de bloques fracturados que proporcionan buenos agarres, alcanzo una fisura horizontal y la sigo hacia la izquierda en dirección a la base del diedro. Supero algún paso delicado con los pies en adherencia y pequeños agarres en la fisura y alcanzo la primera reunión. Llega Victor y continúo con el segundo largo, salida en desplome con agarres buenísimos y entrada en el diedro de fisura ancha. Escalo unos metros, meto los camalot 1, 2 y 3 y echo en falta el 4 que se ha quedado en el refugio. Sigo subiendo, el último friend queda lejos pero está bien puesto, un paso más en chimenea y salgo del diedro siguiendo una fisura fácil hasta una repisa cómoda donde monto la R2. El último largo es un trámite, escalamos un pequeño diedro de 5 metros y seguimos el espoloncillo hasta un pequeño collado donde montamos la R3.
El Circo no deja de sorprendernos y en un sector que se encuentra a menos de 15 min del refugio, todavía quedan lineas como esta que, sin ser difícil, ofrece 100 metros de escalada agradable, completamente desequipada pero perfectamente protegible y con roca de calidad sin apenas líquenes o musgo cubriéndola. Se la dedicamos al amigo Mourales para que se vuelva a motivar y le veamos pronto escalando en el Circo y otras paredes.
El último día de la visita salí a escalar con otro amigo, Jorge. Fuimos al Risco Moreno donde repetimos una de las últimas vías abiertas por Joaquín, Bicicletismo alpino. Buena vía que recorre en dos largos la cara sur del risco y con un tercer largo algo musgoso alcanza los rápeles de la Alaska.
Como siempre, el Circo de Gredos no decepciona y sigue ofreciendo lugares nuevos en los que seguir disfrutando de la escalada en un ambiente realmente alpino.
Saludos a todos y nos vemos en Gredos.