Tras descubrir los alrededores de Belfast y visitar el Museo del Titanic, uno de los museos mas impresionantes que he visto en mi vida dedicado a la revolución industrial, los inicios del siglo XX y al barco mas famoso de la historia, seguimos nuestro viaje hacia Dublín abordo del Enterprise (no la nave), un intercity diesel que une en dos horas Belfast con la capital de Irlanda. Las diferencias socio-políticas entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda quedan a un lado al hablar de naturaleza, pues Irlanda del Norte nos ofrece un interesante abanico de trekkings por paisajes que realmente invitan a la desconexión. Tanto nos ha impresionado el norte que le dedicaremos unos días mas al volver de Galway.
De momento tomamos el tren con nuestros billetes de Inter Rail, todo perfecto: personal muy amable, trenes muy cómodos y puntuales. Una vez en Dublín nos situamos, cargamos baterías con unas buenas Guinnes y nos marchamos a la península de Howth, a media hora del centro de Dublín, donde nos calzamos las Sportiva y nos lanzamos a por un trekking de mas de tres horas dando toda la vuelta a la península a través de sus espectaculares acantilados. Parece mentira como a tan poca distancia de una capital, podemos encontrar paisajes tan bellos. El pateo es importante pues a lo largo de unos 15km no paramos de subir ya bajar desniveles de unos 100-170m, bajando a las playas y remontando acantilados casi sin parar. No obstante, en los momentos en los que el sendero avanza por terreno llano, las cámaras y las ganas de disfrutar del paisaje nos hacen olvidar la dureza de algunos de los itinerarios que hemos elegido.
Una experiencia realmente única, y encima se puede llegar hasta Howth en tren, desde la estación de Connolly en Dublín. El ferrocarril suburbano (uno de los primeros en el mundo inaugurado en 1824) nos deja justo en el punto de partida de cuatro itinerarios que recorren la península de Howth de arriba a abajo y en sentido circular.
Una jornada ideal para entrenar y para poder preparar varios reportajes sobre Irlanda que teníamos planeados. Una vez mas, recomendamos la experiencia InterRail para ahorra tiempo y dinero.
¡Wow…! ¡Vaya preciosidad de lugar…! Ahora comprendo porqué le gustaba tanto la costa irlandesa al más ilustre de los pirineístas, Henry Russell… No me extraña su fascinación por acudir hasta los límites del cielo, la tierra y el mar, para zambullirse en sus meditaciones más bucólicas… Sí, sí: esta visto que su porción al 50% de sangre irlandesa, le tiraba lo suyo…